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Monumento en memoria de la Guerra de Crimea, situado en Waterloo pl.(Westminster, Londres)

Esta foto la hice hace ahora un año escaso, y sin duda fue más por fanatismo que por conocimiento.

Una estatua de frío mármol y oscuro bronce erguido en algún lugar del centro de Londres en conmemoración a una de las muchas guerras acaecidas en el siglo XIX.

La guerra de Crimea, que enfrentó durante dos años al imperio ruso y otomano y que dió fin en París un 30 de marzo, con innumerables bajas y rupturas de pactos diplomáticos.

Pero no vengo a hablaros de esta guerra, quiero hablaros de tan sólo una batalla. Quizás no una de las más importantes pero sin lugar a dudas la más famosa. La batalla de Balaclava.

Famosa sobre todo por los acontecimientos que se sucedieron en su seno. Acontecimientos escalofriantes que ratificaban una vez más el hecho de que "inteligencia militar" son términos contradictorios.

Corría el año 1854 cuando en Balaclava, una pequeña región cercana a Sebastopol, en la península de Crimea frente al Mar Negro, se reunían rusos e ingleses enfrentados por la dominación del terreno.

La batalla en sí no destacaría especialmente sino fuera por la polémica generada durante años entre historiadores sobre la famosa carga de la caballería ligera británica: más conocida como "La Carga de la Brigada ligera".

Algunos registros históricos indican que la decisión de realizar esta "locura" militar se tomó de manera apresurada y sin el debido análisis de la situación.

Los rusos, armados con fusiles y artillería, situados al final de un valle de un kilómetro y medio de largo, aguardaban pacientes la venida del ataque británico.

Inexplicablemente y fuera de toda lógica la orden de Lord Raglan, oficial superior al mando del ejército inglés, fue la de cargar de frente contra los rusos sin ningún tipo de apoyo de infantería.

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El resultado es fácilmente imaginable. De los cinco regimientos de caballería formados por 666 hombres, que también es casualidad, tan sólo 395 regresaron a sus líneas, heridos o ilesos, pero la mayoría sin sus monturas. Una desequilibrada pelea que terminó en carnicería.

Mucho ha dado que hablar esta batalla, y no sólo por la "excelente incompetencia" de los oficiales al mando, sino por el número de documentos artísticos que ha generado.

Lord Alfred Tennyson, uno de los escritores ingleses más famosos de la época, escribió un poema titulado "La carga de la caballería ligera" (en Castellano), con el que consiguió rebautizar el nombre del lugar con el macabro apelativo de "Valle de la muerte". Poema que años depués inspiraría la composición de una conocida canción.

The trooper, del grupo británico Iron Maiden, basada parcialmente en la obra de Lord Alfred Tennyson y quizás un poco más trágica que el poema, cuenta la historia tomando el punto de vista de uno de los soldados de caballería muertos en combate.

La pieza, fácilmente reconocible por el sonido de "galope" de las guitarras y bajo, contiene imágenes de la película de 1936 dirigida por Michael Curtiz en su videoclip oficial y se inicia con un extracto del citado poema:
Into the valley of death, rode the six hundred... Cannon to left of them, cannon to right of them, volleyed and thundered, 'The Trooper'


Un trozo de la historia realmente espeluznante bañada por la sangre de héroes caídos y fieles monturas. Aunque no sólo caballos cabalgaron junto a sus amos aquel día.

Merece la pena recordar un artículo del escritor Arturo Pérez-Reverte en el que cuenta la historia de un par de valientes de cuatro patas:
Insistir, a estas alturas, en que aprecio en general más a los perros que a los hombres es una obviedad que no remacharé demasiado. He dicho alguna vez que si la raza humana desapareciera de la faz de la tierra, ésta ganaría mucho en el cambio; mientras que sin perros sería un lugar más oscuro e insoportable. Cuestión de lealtad, supongo. Hay quien valora unas cosas y quien valora otras. Por mi parte, creo que la lealtad incondicional, a prueba de todo, es una de las pocas cosas que no pueden comprarse con retórica ni dinero. Tal vez por eso, la lealtad, en hombres o en animales, siempre me humedece un poquito las gafas de sol.

Todo esto viene a cuento porque acabo de darle un repaso a El Valle de la Muerte, un ensayo de Terry Brighton sobre la carga de la Brigada Ligera durante la guerra de Crimea. Aquello, más conocido por la carga entre los que están en el ajo, es asunto que algunos frikis de la materia –los periodistas Jacinto Antón y Willy Altares, mi compadre Javier Marías, yo mismo y algún otro– cultivamos, desde hace muchísimos años, como materia de reflexión y tertulia, sobre todo a la hora de comparar la leal actuación de los lanceros, dragones y húsares ingleses aquel 25 de octubre de 1854, dejándose el pellejo bajo la artillería rusa, con la criminal incompetencia de los mandos británicos que ordenaron el ataque, notorio entre las grandes imbecilidades militares de la Historia.

La historia es conocida: cinco regimientos de caballería británicos cargaron de frente contra una batería rusa, a través de un valle de kilómetro y medio de largo, batido a la ida y a la vuelta por fusileros y artillería. De seiscientos sesenta y seis hombres volvieron a sus líneas heridos o ilesos, muchos a pie y todos bajo fuego enemigo, trescientos noventa y cinco. Hasta la suerte de sus caballos se conoce: de los pobres animales que montaron los ingleses, galopando entre el estallido de las granadas o sueltos luego por el valle enloquecidos y sin jinete, murieron trescientos setenta y cinco. Ni siquiera los famosos versos de Tennyson, que varias generaciones de escolares aprendieron de memoria –«Media legua, media legua / media legua más allá...»–, pueden embellecer el asunto. Fue una carnicería en el más exacto sentido de la palabra.

Pero de lo que quiero hablar hoy es de perros. Porque lo que pocos saben es que, ese día, dos perros cargaron también contra los cañones rusos. Se llamaban Jemmy y Boxer, y eran, respectivamente, las mascotas del 11o y del 8o regimientos de húsares. Los dos canes habían acompañado a sus amos desde sus cuarteles de Inglaterra, y estaban en el campamento británico cuando se ordenó a la Brigada Ligera formar para la carga. Así que, como tantas otras veces en desfiles y maniobras, los dos fieles animales acudieron a colocarse junto a las patas de los caballos de los oficiales, dispuestos a marchar al mismo paso, sin obedecer las voces de los soldados que les ordenaban apartarse de allí. Después sonó la corneta, empezó la marcha al paso, luego al trote, y cuando, bajo intenso fuego de artillería, se pasó al galope y sonó el toque de carga, con las granadas reventando, hombres cayendo por todas partes, estruendo de bombazos y caballos destripados o sin jinete, Jemmy y Boxer siguieron corriendo imperturbables, junto a sus amos, en línea recta hacia los cañones rusos.

Parecerá increíble para quien no conozca a los perros. Esos chuchos cruzaron todo el valle de Balaclava entre un diluvio de fuego –«Hasta las fauces negras de la Muerte, / hasta la boca misma del Infierno»– y permanecieron junto a los húsares, o lo que quedaba de ellos, mientras éstos acuchillaban a los artilleros enemigos y morían entre los cañones. Después regresaron despacio, al paso de los caballos maltrechos que traían a los supervivientes, junto a hombres desmontados o heridos que caminaban y caían exhaustos, entre el tiroteo ruso y los disparos de quienes remataban a sus caballos moribundos ante de seguir a pie. Tres largos kilómetros de ida y vuelta. Jemmy y Boxer hicieron la carga junto a los primeros caballos de la brigada y regresaron a las líneas inglesas con el primer hombre montado de sus respectivos regimientos que volvió a éstas: Ileso Boxer, sin un rasguño; herido Jemmy por una esquirla de metralla en el cuello. Y ambos, acabada la campaña, regresaron a Inglaterra y murieron viejos, honrados y veteranos, en su cuartel.

Ni Tennyson ni poeta alguno hablaron nunca de ellos, ni en el poema famoso ni en ningún otro maldito verso. Por eso he contado hoy su historia. Para decirles que por el Valle de la Muerte, cargando contra los cañones con la Brigada Ligera, también corrieron dos buenos perros valientes.

Este sábado fuimos Warwick y yo al teatro Lope de Vega, uno de esos lugares dignos de ser visitados siempre que la ocasión lo merezca. Este era el caso, pues asistíamos a la adaptación de La Celestina de manos del dramaturgo Alfonso Zurro y la Compañía de teatro clásico de Sevilla.
Tenía muchas ganas de comprobar cómo se había realizado dicha adaptación, puesto que esta novela dramatizada, a caballo entre el mundo medieval y el renacentista, supone numerosas dificultades a la hora de ser llevada a escena.

Al principio tuve mis dudas, ese Calisto -que no Calixto- transformado en un pijo extremadamente amanerado y esa Melibea tan artificial, me dejaron una primera impresión desalentadora. Sin embargo, la escenografía de arcos móviles y luces vidriadas, ayudada de música y coros evocadores, fue insertándonos en un ambiente etéreo. Un caldo de cultivo que tenía como culminación la aparición de Roberto Quintana en el papel principal.

El veterano actor encarnó a una Celestina sin igual, colorida a la par que raída, espectacular en todos los sentidos, una puta vieja que nos condujo a través del asco, la simpatía y, finalmente, la compasión.

En mi opinión fue la estrella de la noche, quien verdaderamente hizo que aquello valiese la pena. Todo esto sin desmerecer los papeles de Alisa (Montse Rueda) y Pleberio (Moncho Sánchez-Diezma), que pusieron el colofón lacrimógeno de esta tragicomedia.

En definitiva, una recomendación absoluta en el caso de que la compañía se acerque por vuestra ciudad.

Últimamente está de moda Lewis Carroll. Para dentro de añito y medio, a comienzos de 2010, está previsto el estreno de dos producciones cinematográficas: una adaptación de Alicia en el País de las Maravillas de la mano de Tim Burton y una película sobre el autor titulada Phantasmagoria: The Visions of Lewis Carroll, dirigida y protagonizada por Marilyn Manson.

Mucho se conoce popularmente sobre el creador de Alicia, pero menos conocida, aunque no por ello menos interesante, es su faceta como fotógrafo. Existe gran controversia acerca de las opiniones sobre su trabajo, cuya mayor parte responde a fotografías de niñas menores de dieciséis años. Una porción de estas fotografías, muestran a las niñas desnudas, como se puede apreciar en esta pequeña colección de placas coloreadas. Sin embargo, se dice que la mayoría de las fotografías de este tipo fueron ordenadas destruir por su autor antes de su muerte. En opinión de algunos, lo hizo para salvaguardar la inocencia de las niñas ante los ojos impuros de posibles pederastas que accediesen a ellas; para otros, el propio Lewis era pervertidor de las menores, a quienes retrataba conchabado con sus parientes.

Dejando a un lado la controversia, me parecen dignas de mención aquellas fotografías que muestran a las pequeñas ninfas victorianas tapadas. La mirada directa de estas niñas, cuando no están fotografiadas dormidas, suscita temor e inquietud. Parece que a través de la imagen las niñas sean capaces de leer el corazón de quien las observa. Cuando uno las examina detenidamente no halla rastro de inocencia, la cual es normalmente desbaratada debido a la estudiada pose, pero que tampoco se presenta en la expresión de estas infantas desalmadas.

Esta es una pequeña muestra de lo que he podido ir recopilando por la red. En algunas de ellas se muestra a Alice Liddell, la auténtica Alicia, por la que Carroll mostraba verdadera predilección. El resto es una sucesión de lo que parecen ser muñecas poseídas.

Alice y Carroll besándose




Alexandra 'Xie' Kitchin, a quien fotografió desde los cuatro hasta los dieciséis años:



Gertrude Dykes y otras:






En un lugar de La Mancha que no me sale en el GPS

Visto en el nuevo anuncio de San Miguel Selecta



Tal como ocurrió con el aniversario de Velázquez, de nuevo España es protagonista en la portada de Google. En esta ocasión y como es obvio -al menos para aquellos a los que la ESO nos pilló confesados- se trata del aniversario del nacimiento del inventor de la novela como hoy día la conocemos, uno de los protagonistas de la literatura universal, Miguel de Cervantes Saavedra. El maestro nació en Alcalá de Henares hace 461 años, allá en los tiempos cuando España era algo en el mundo.

Esperamos que Google siga acordándose de nosotros, motivos no nos faltan, aunque sean meramente históricos.

...en 1604, Miguel de Cervantes obtiene la licencia legal para publicar la primera parte del Quijote.

Adri me manda por e-mail una foto de algo curioso que le ha pasado en el curro (¿es legal jugar en horas de trabajo?)



Aunque a simple vista parezca sencillo, no lo es.

Por lo visto eligió Stephen King como respuesta y se la dio como incorrecta.

Moraleja: Aunque parezca fácil, jamás encontraremos la bolita.


Os lo preguntaré una vez más: ¿Quién es la más hermosa del reino?


7-1=6 T_T

Vía afrojacks



Vía nokaalma




He preferido hacer la descripción tras el vídeo, ya que los que sigais interesados en seguir leyendo tendréis un por qué.

De todos los seguidores de House es sabido que cada capítulo posee numerosos guiños a asuntos que poco tienen que ver con la propia serie. Como el caso que ahora nos ocupa.

¿Qué tendrá ese número del que todos, o la mayoría, somos fanáticos y que en tantas series actuales aparece?

En wikipedia encontraréis su aparición en la radiocomedia: "Guía del autoestopista galáctico", incluso Google tiene su particular respuesta. Probad a buscar "the answer to life, the universe, and everything" y tendréis el guiño del famoso buscador. Y como olvidar el sexto número de la cadena de Lost.

Para los que estén interesados, se trata del capítulo 17 de la 2ª temporada.

"Hay una cosa que no le perdono ni a la derecha ni a la izquierda. Que la izquierda haya dejado la idea de España como patrimonio exclusivo de la derecha y que ésta haya abusado de ello. Cierto, el franquismo contaminó la historia de España: le puso camisa azul al Cid, a los almogávares y a los Tercios de Flandes; pero cuando cambia el régimen, en vez de purgar la memoria de esa contaminación, lo que se hace es decir «cómo está contaminada», y entonces se la tira por la ventana, se barrena, se aplasta, se aniquila; con todo lo cual nos dejan indefensos. Y entonces, ¿qué pasa? Palabras contaminadas por el franquismo, como España, se dejan en manos de la derecha y a partir de ahí, todo lo que tiene que ver con patria, con bandera, con historia, con tradición en su sentido más noble, nos suena a derecha, y claro, es malo y sospechoso... Han conseguido que sea «sospechoso» todo lo que tiene que ver con nuestra memoria. Y en eso, insisto, han sido tan culpables el PP como el PSOE. Entre todos nos han desmantelado. Que alguien diga que la palabra España es franquista cuando «Hispania» nombraba a la provincia romana es ridículo."

"Uno puede desayunarse cada mañana viendo en los periódicos y la tele cómo gudaris y otros paladines catalaúnicos, celtas, euskaldunes, andalusíes o de donde sean, incluso cretinos bocazas peinados de través como el coqueto y casposo Iñaki Anasagasti, meten el dedo, removiéndolo, en cuanto ojo encuentran a mano, con tal de joder un poquito más, o se limpian las babas con cualquier bandera que no sea la de su parcelita. Pero que a los demás no se nos ocurra, por Dios, hablar de Historia, ni de España, ni de nada, ni siquiera en términos generales, que no coincida exactamente con lo expuesto en el escaparate de su negocio. Hasta ahí podíamos llegar. (...) Veinticinco siglos de memoria documentada, bibliotecas, viejas piedras y paisajes no tienen la menor importancia frente a la historia local reescrita por mercenarios de pesebre, que es la única que les importa. Mal acostumbrados por gobernantes expertos en succionar entrepiernas a cambio de votos –desde el amigo Ansar al pacífico Sapatero–, a los patriotas de cercanías les sienta fatal que alguien les lleve la contraria a estas alturas del desmadre, cuando gracias a la cobardía, la incultura y la estupidez de la infame clase política española todo parece estar, por fin, al alcance de su mano. Quisieran esos pseudohistoriadores de tebeo que, cada vez que llega una de sus cartas refutando con argumentos de hace tres días lo que gente docta e inteligente tardó siglos en acumular, probar y fijar, yo me levante de la mesa, vaya a mi biblioteca, y ante los veinte mil libros que hay en ella, ante las catedrales, los castillos, los acueductos romanos, las iglesias visigodas y los museos, ante los documentos históricos conservados en los archivos de toda España y de medio mundo, diga: «Mentís como bellacos. Acaba de poneros patas arriba mi primo Astérix con dos recortes de periódico, cuatro cañonazos de Felipe V y las obras completas de Sabino Arana». Encima, oigan, algunos amenazan con no leerme nunca más, o juran que no volverán a hacerlo en el futuro. Para castigarme por españolista, por facha y por cabrón. Y qué quieren que les diga. Que sin lectores así puedo pasarme perfectamente. Que vayan y lean a su puta madre."

Arturo Pérez-Reverte / xlsemanal