Esta escena, tan fácilmente reconocible, es sin duda mi favorita de la trilogía de Regreso al futuro:



Johnny B. Goode es una canción compuesta originalmente por Chuck Berry en 1955. Entre sus mayores éxitos, cuenta con ser una de las tres canciones estadounidenses enviadas al espacio en 1977 en el Voyager Golden Record.

Su letra narra las aspiraciones de alcanzar el sueño americano de un talentoso y típico paleto de Nueva Orleans, cuya asombrosa facilidad para tocar la guitarra prometía lanzarle al estrellato.

La canción original ha sufrido mil y una versiones, pero ninguna cuenta con la peculiaridad de ser promotora de su existencia más que la interpretada por Marty McFly. Me explico, aunque para algunos sea obvio:

La película está ambientada en el mismo año en que se escribió su letra, 1955. Marty se encuentra en el compromiso de sustituir a un miembro de la banda que toca en el baile del Encantamiento bajo el mar donde los padres del mencionado protagonista empezaron a salir. Así que, algo dubitativo pero inspirado por la Gibson ES 355 -guitarra emblemática del propio Chuck- que ponen en sus manos, se dispone a lucirse con su versión de Johnny B. Goode. El músico al que sustituye, que se llama Marvin Berry, asombrado por la actuación, telefonea a su primo para que tenga la oportunidad de escuchar ese nuevo sonido que andaba buscando. Su primo, obviamente, se llama Chuck, por lo que en este momentazo de la historia del cine, el personaje de Michael J. Fox se proclama creador del previamente -¿o posteriormente?- creado rock and roll. He aquí la paradoja.

Después se le va la cabeza y empieza a imitar a ídolos algo más recientes como Townshend o Van Halen, pero eso ya es otra historia...

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