De todos es conocido el imperturbable devenir autodestructivo de la artista británica Amy Winehouse, sobre todo desde que su pareja Blake se encuentra entre rejas por asuntos de drogas.



La última peripecia de la cantante, a la que podemos recordar recientemente junto a Pete Doherty mostrando a cámara unas tiernas crías de roedor, ha sido su deplorable actuación en la edición lisboeta de Rock in Rio.



Inmersa en una profunda depresión que la ha hecho caer en la droga, la bebida y la anorexia nerviosa, alguien debería hacerse responsable de su estado. Supongo que habrá a quien le interese que siga así mientras venda.

El problema es que, a este paso, no va a durar hasta el verano.

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